Historia de la “Comunidad Trinitaria”

Historia de la Fundación de la Comunidad Trinitaria
Narrada en las Bodas de Plata de su Fundadora y Superiora General

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Fue fundada por Elena Esperanza Magaña Gual viuda de Muralles, hoy Madre Esperanza de la Trinidad, quien al lado de su esposo procreó cinco hijos.
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Trabajó como maestra de educación en la escuela nacional número 64 “Puerto Rico” situada en la zona 12 de Guatemala, Centro América.  Al fallecer su esposo en el año 1971, se dedicaba a dar primer grado de primaria y dispuso ser maestra de ese grupo de alumnas hasta sexto grado.
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Nuestro Señor en su infinito amor le permitió gracias especiales, haciéndole saber la acción de los sacramentos en las almas.  El don de la fe aumentaba más y más en ella lo que hizo que deseara transmitirla, por lo que oraba con sus hijos, amigos, vecinos, con sus alumnas y con otras alumnas y maestras que llegaban de otros grados.  Les enseñaba que siempre que se ora hay que hacer silencio para que Dios hable.
El 12 de agosto de 1975 estaban en la oración acostumbrada y una de las niñas, que no podía hablar bien pues tartamudeaba, hizo una petición especial por las maestras de la escuela.  Al hacer silencio en la oración, la niña dijo: “Yo estoy con vosotros y vosotros estáis conmigo”.  Lo dijo sin tartamudear… se sintió fuertemente la presencia del Señor.  Otra niña pidió que oraran por problemas que había en su casa.  Al hacer silencio, la otra niña dijo: “Siembra amor en mi jardín y recogerás amor”.
Fue así, por medio de estas niñas, como el Señor empezó a dar muchos mensajes a Madre Esperanza; todos están escritos.
Ese mismo año, a finales de septiembre el Señor le dijo: “Esperanza: mi padre te llama a fundar una obra”.  Ella respondió que cómo la llamaba a ella si primer le había dado una familia.  Él le dijo: ”Mi Padre sabe lo que está haciendo”; y ella respondió: “Siendo así, hágase tu voluntad”.
También le dijo:
“Tú no te preocupes, yo te daré una casa, para que vivan mis hijas”.
“Yo proveeré todo lo necesario”.
“Mi Madre me solicita ser la patrona de mi casa, bajo el nombre de Virgen de Lourdes”.
“Ella te entregará las escrituras de mi casa”.
“La imagen de mi Madre tiene que estar en mi casa”.
Ella le preguntó que si la compraba o la mandaba a hacer: Él respondió:
“Ella aparecerá porque ya está”
“Todo el que llegue a mi casa seré Yo y mi Madre quien los reciba”.
En otra ocasión también dijo el Señor:
“Quiero que hagáis lo que yo os pido y yo me ocuparé de vuestras cosas”.
“No quiero que hagáis nada remunerado yo os proveeré siempre”.
En esta comunidad, se sigue orando y gozando de los mensajes del Señor, pues todos los ofrecimientos de cosas materiales que ha hecho, hasta la fecha se siguen cumpliendo, incluyendo el pan de cada día.
Entre las promesas dio la siguiente:
“A través de esta obra todos alcanzaréis la Unidad con Dios Uno y Trino y los hombres entre sí para que viváis como mi Padre quiso desde el principio de la creación: en Gozo, Paz y Unidad”.
El 23 de Julio de 1980, el Señor dio varios mensajes, entregando el medio para alcanzar la Unidad: “El Regalo del Amor de Dios”
Este Don activa en el alma de quien lo recibe el sacramento del Bautismo.  Y el alma de quien no ha sido bautizado experimenta la necesidad de ser bautizado.

A los siete años de que el Señor ofreciera una casa para que vivieran sus hijas, a finales de septiembre de 1982, doña Blanca Orellana Samayoa de Redondo (Q.E.P.D.) regaló esta casa.  Con las llaves en la mano, Madre Esperanza preguntó a las hermanas que perseveraban en la oración si estaban dispuestas a dejar a sus papás, a renunciar a tener familia, a dejar sus títulos para exclusivamente servir al Señor y respondieron que sí.
Así, el 14 de noviembre de 1982, se inició la experiencia de vivir en Comunidad.  El 15 de diciembre del mismo año se recibió la Reserva del Santísimo de manos del Señor Obispo, monseñor Eduardo Fuentes (Q.E.P.D.) quien fue nombrado como Supervisor de la Comunidad Trinitaria por el señor Cardenal Mario Casariego (Q.E.P.D)
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A las personas que pedían oración, se les recibía en esta casa y también iban a donde lo solicitaban.
En el mes de febrero de 1983, doña Blanca llamó a Madre Esperanza para entregarle las escrituras de la casa, sin embargo, por razones familiares, ese día no fue posible.  Le pidió entonces que llegara el día siguiente y así lo hizo.  Madre Esperanza recibió las escrituras, dio gracias a Dios y a ella y se retiró.  No fue sino hasta el día siguiente de haberlas recibido que se dio cuenta de la fecha: fue el 11 de febrero, día de la Virgen de Lourdes.  Recordó entonces la promesa: “Mi Madre te entregará las escrituras de mi casa”.
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Llamó a unas personas para dar gracias al Señor por el cumplimiento de su promesa.  Buscó su cuaderno en donde lo tenía escrito y leyó a los presentes los mensajes con las promesas ya cumplidas y la promesa que faltaba:  “La imagen de mi Madre tiene que estar en mi casa”.
Les leyó donde decía que no había que comprarla ni que mandarla a hacer porque ya estaba, haciéndoles la recomendación de que si ella ya no estaba, que tuvieran presente la promesa.
Entre las personas que llamó estaba Evangelina Curley García de Vega, Gelly, que al escuchar la promesa se inclinó hasta el suelo y decía: Padre mío, Padre mío, tu sabes lo que me pasa.  Y ella le dijo: y ¿Qué es lo que te pasa? Entonces Gelly dijo: Mis padres trajeron la Virgen de Lourdes de Francia hace sesenta Años, mi madre se la heredó a mi hermana, pero yo estoy segura que si se la pido me la da.
Josefina, hermana de Gelly, accedió a lo solicitado y fue así como la imagen de la Virgen de Lourdes llegó a la Comunidad desde Cahabón, Alta Verapaz el 18 de septiembre de 1983.
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De las promesas espirituales, el Señor ha permitido que veamos cómo las personas que han recibido el “Regalo del Amor de Dios” se acercan más a Él, a través de la oración, los sacramentos, estudiando su palabra.
Se han escuchado muchos testimonios de la forma en que el Señor y la Virgen Santísima les reciben en esta casa.  Se sabe de sanaciones espirituales y físicas.
Desde los primeros años Jesús nombró para la Comunidad Trinitaria Colaboradores Celestiales, ellos son: Santa Teresa de Ávila, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, Santa Teresita del Niño Jesús, Hermano Pedro de Bethancourt, Santa Clara de Asís y al Patriarca Señor San José.
Hay mensajes en los que el Señor decía que entre los seglares iban a surgir personas que sentirían en su corazón el deseo de colaborar con la Comunidad.  Así fue y sigue siendo.  Ellos se han comprometido en llevar el mensaje de Dios Uno y Trino en los apostolados, en hospitales, colegios, escuelas, parroquias, guarderías, de casa en casa, inclusive a otros países de diferentes continentes.
En octubre de 1984, Madre Esperanza conoció al Reverendo Padre Angel Cossu (Q.E.P.D.) sacerdote Somasco, predicó los Ejercicios Espirituales que acostumbra la Comunidad en la primera semana de Adviento.  Percibiendo su profunda espiritualidad le pidió que las ayudara a ordenar lo que ya se tenía hecho de las Constituciones de la Comunidad Trinitaria.
El 19 de diciembre de ese mismo año, tuvieron la primera reunión.  El 22 de febrero del año siguiente se entregaron las Constituciones al señor Arzobispo Metropolitano Monseñor Próspero Penados del Barrio.  La aprobación de las Constituciones fue firmada el 4 de noviembre de ese año.
Los ejercicios espirituales de Adviento de 1985 que sirvieron de preparación para la primera profesión religiosa fueron predicados por el Reverendo Padre Federico Sangiano, Superior del Padre Angel Cossu, quien ocho días después de que fueron firmadas las constituciones pasó a la presencia del Señor.
El hábito de las religiosas fue elegido por una manifestación de nuestra Madrecita, que dijo: “Con permiso del Padre he venido a deciros que quiero que vistáis los colores del cielo, pues mis hijos, todos, están muy afanados en las cosas terrenas.  Vistiendo vosotras los colores del cielo seréis pedacitos de cielo en la tierra, que al veros pensarán en el cielo y elevarán su mirada y así recordarán que allí está nuestro Padre, que les ama y que les espera… Y ahora unidas recibamos la bendición que nos da nuestro Padre, mi Hijo y su Santo Espíritu en nuestros corazones.  Hasta siempre hijita mía”.
Cuando tomaron el hábito y salieron a misión las hermanas, llegaron muy contentas, pues decían que en la calle les dijeron: ¡Ay! ¡Se cayó un pedazo de cielo!, ¡miren!
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La capilla de la comunidad se bendijo el 29 de mayo de 1988.
Cuando el Señor hizo la promesa de la casa le dijo a Madre Esperanza: “Cuando ya esté mi casa, quiero que hayan muchos frutos para mis hijas, pero diles que no se asusten si en algún fruto ven mi rostro”.
El huerto fue plantado el 19 de noviembre de 1987, en diciembre todos los arbolitos estaban en flor, a los 5 meses en el mes de abril se dio la primera cosecha.  Los manzanos siempre tienen flores, frutos verdes y maduros, no dejan de dar.
El 15 de octubre de 1989, se inició un apostolado de oración perpetua con los seglares, en el cual se comprometen a orar treinta minutos diariamente a una hora fija.  Se han comprometido a este apostolado de oración más de diez mil personas.  Este apostolado también se ha extendido a otros países.
El 25 de diciembre de 1990 hicieron sus votos perpetuos las primeras cuatro hermanas.  El 11 de febrero de 1991 fue la bendición del noviciado.  A principios de 1994 Madre Esperanza recibe la promesa que se tendría “El Sanatorio de la Santísima Trinidad”.  El 20 de marzo de 1994 se abre la segunda sede de la Comunidad Trinitaria en San Pablo Jocopilas, Suchitepéquez.  El 20 de agosto de 1995 Madre Esperanza junto a un grupo de religiosas inauguran la sede de la Comunidad Trinitaria en Sonsonate, en la hermana República de El Salvador.  El 10 de julio de 1997 Madre Esperanza y otro grupo de religiosas inauguran la sede de la Comunidad Trinitaria en Santa Teresa Carazo en Nicaragua.  El 18 de junio de 2000, en la fiesta de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, se cumple la promesa del Sanatorio, se bendice la fuente, con la promesa de Dios Padre de que con sólo sumergir un dedo, en fe, quien acuda a esa fuente sanará espiritual, física y mentalmente conforme a su Divina Voluntad.
Madre Esperanza ha sido el instrumento que con la bendición de Dios Uno y Trino ha logrado la realización de Su Obra, Comunidad Trinitaria.  Ella, llena de amor, alegría y humildad, se siente satisfecha y gozosa de todo lo realizado y expresa: “Creí, por eso he hablado y he actuado”.